sábado, 25 de septiembre de 2010




La tristeza de un paisaje muerto,
la libertad del mar, cerrada por un muro.
Los rayos de sol huyen del Dueso.
En el patio de la cárcel se juega un partido.

Los gitanos cantan su canción,
suena tan desarraigada que no deja ver
el trocito de libertad en el penal,
la carrera con sueños de escapar.

Un hombre preso de su veneno,
baila al ritmo de la guitarra,
su madre en casa llora.
Mi hijo, mi sombra, mi alma.

Las once, apagan las luces.
Los bares hace tiempo que cerraron.
Tras la verja una mano intenta tocar,
el pelo de la luna, su única compañía.

Un viejo lobo escribe un poema,
en su dormitorio de hormigón.
Poema de gaviotas libres en el mar,
que huyen sin dudarlo de su celda.

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